Pensar en tiempos digitales: una tarea compartida entre escuela y hogar
- Marilyn González Reyes
- 29 may
- 3 Min. de lectura

En un mundo saturado de información y estímulos, enseñar a pensar se ha vuelto más urgente que nunca. Vivimos en una época en la que las respuestas rápidas, las opiniones sin fundamento y la viralidad parecen tener más valor que la reflexión profunda o la búsqueda del sentido. Tanto en la escuela como en el hogar, formamos a niños y jóvenes que están expuestos diariamente a un flujo constante de mensajes, imágenes y discursos que muchas veces no invitan a la comprensión, sino a la reacción. ¿Cómo ayudarlos a detenerse, a pensar, a discernir?
Pensar críticamente, en este contexto, no es solo una habilidad útil, sino una actitud indispensable. Como plantea López Díaz (2021), el pensamiento crítico no debe entenderse únicamente como una herramienta cognitiva, sino como una disposición ética, estética y política que atraviesa la vida del sujeto. En sus palabras, “la actitud crítica es una forma de existencia que se pone en juego en cada juicio, en cada acción, en cada decisión” (p. 143). Esto significa que educar el pensamiento crítico no es solo cuestión de contenidos escolares: es formar sujetos capaces de preguntarse por lo que hacen, por lo que creen y por el mundo que los rodea.
Pero esta formación no ocurre en el vacío. Hoy, el entorno digital impone condiciones que desafían seriamente la posibilidad de pensar con profundidad. El reciente texto publicado por Chajín Flórez y colaboradores (2025) ofrece una mirada lúcida sobre este escenario: la velocidad de los entornos digitales, la lógica de los algoritmos y la saturación de estímulos producen una cultura de la inmediatez donde el pensamiento se debilita. Los autores advierten que fenómenos como la infoxicación, la desinformación y las cámaras de eco digitales “erosionan la posibilidad de contrastar, de dialogar y de argumentar” (Chajín et al., 2025, p. 3).
Por eso, cultivar el pensamiento crítico hoy es también enseñar a resistir la prisa, el sensacionalismo y la superficialidad. Es ofrecer a los jóvenes espacios donde el pensamiento lento, la escucha y la duda razonada tengan valor. La escuela puede —y debe— ser ese espacio, pero no lo logrará sola. La familia también tiene un papel central en esta tarea. En el día a día, en los diálogos domésticos, en los momentos compartidos, se modela una forma de pensar y de estar en el mundo.
La clave está en comprender que el pensamiento crítico no se impone, se contagia. Un niño aprende a pensar cuando ve que los adultos a su alrededor piensan con responsabilidad, reconocen sus errores, se permiten cambiar de opinión y dialogan con argumentos. Es un proceso que requiere coherencia, no perfección. Como recuerda López Díaz (2021), “no se trata de alcanzar una verdad definitiva, sino de habitar la incertidumbre con dignidad, con lucidez y con compromiso” (p. 152).
En el entorno digital, además, es necesario alfabetizar no solo en el uso técnico de las herramientas, sino en la lectura crítica de los discursos, la identificación de intereses ocultos, la evaluación de fuentes y la comprensión de los efectos que producen las narrativas mediáticas. Esta alfabetización crítica, como proponen Chajín et al. (2025), no es un lujo, sino una necesidad para ejercer una ciudadanía plena y responsable.
Por eso, más allá del aula y más allá del hogar, se necesita una alianza comprometida entre docentes y familias. Una alianza que no se base en la desconfianza mutua ni en la delegación exclusiva, sino en el reconocimiento de que educar para el pensamiento crítico es una tarea compartida, cotidiana y profunda. Que no basta con decir “piensa por ti mismo”, sino que hay que crear las condiciones para que eso sea posible: tiempo, escucha, diálogo, afecto y presencia.
En definitiva, educar para pensar críticamente en tiempos digitales es ofrecer a los jóvenes una brújula ética en medio del ruido. Es enseñarles que no todo lo que se dice es cierto, que no todo lo que se comparte es útil, que no todo lo que se siente es necesariamente correcto. Y que hay una forma más digna de habitar el mundo: con preguntas, con argumentos, con apertura y con conciencia.
Referencias
Chajín Flórez, M., Sanjuanelo Obregón, J. A., Martínez Ospino, L. S., & López-Villalba, S. (2025). El pensamiento crítico en la era digital. Universidad Popular del Cesar. Publicado el 21 de febrero de 2025.
López Díaz, R. A. (2021). Manual de pensamiento crítico. Universidad Santo Tomás / Abya-Yala.