Es interesante ver cómo la pandemia hace que se pongan en juego, en cierta medida, los principios constructivistas: aprendizaje fuera de la escuela; docente facilitador, acompañante, estimulador y negociador; y estudiante activo, autogobernado que emprende su proceso de autoaprendizaje. Entonces, ¿por qué se añora la escuela y se demanda el regreso a ella? Puede ser porque su función y el rol del docente no son transferibles a las familias ni a la Internet. (Jiménez, 2020, p. 21)
Después de 840 días, el 30 de junio de 2021 se levantó la emergencia sanitaria en Colombia, ocasionada por la llegada de la COVID 19. Para el segundo semestre de este año el retorno a clases presenciales permitió que el 98% de los establecimientos educativos prestaran el servicio educativo presencial a 8,3 millones de estudiantes, y se ratificó que los entornos educativos eran espacios seguros en los que se apropiaban los hábitos de bioseguridad necesarios, según reportaba el Ministerio de Educación Nacional.
Datos registrados por UNICEF mostraban que, para abril de 2020, cuando muchos países tuvieron que imponer rigurosas medidas de confinamiento, los niños de más de 194 países se encontraban desescolarizados, es decir, aproximadamente el 91% de los estudiantes de todo el mundo. Como ocurrió en Colombia, en América Latina el retorno a clases se realizó a lo largo de 2021, al igual que en los países europeos, que hicieron un regreso paulatino luego de las fiestas navideñas, con algunas postergaciones dada la propagación de una tercera ola de COVID-19.
Como consecuencia de los cierres escolares según el reporte “Dos años después: salvando a una generación”, América Latina y el Caribe afrontan la mayor crisis educativa de la historia, Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe indicó
América Latina y el Caribe enfrenta una crisis educativa sin precedentes que podría comprometer el desarrollo futuro de nuestros países. El hecho de que una gran mayoría de los alumnos de sexto grado tal vez no logre comprender lo que leen pone un signo de interrogación sobre el bienestar futuro de millones de niños que aún no desarrollaron competencias fundamentales críticas, algo que eleva el riesgo de profundizar aún más las desigualdades de larga data.
De acuerdo con Bibiam Díaz, especialista en educación de la Vicepresidencia de Desarrollo Sostenible de CAF (Banco de Desarrollo de América Latina) asegura que “No solo se presentarán caídas importantes en el desarrollo de habilidades básicas en lectura, escritura y matemáticas, sino en general el desarrollo de niños y niñas, que a través de la escuela también tienen acceso a servicios de salud y alimentación” (Diaz, 2021).
¿Cómo entender los factores que llevaron a esta crisis?, pareciera, desde una lectura rápida que el cierre de los centros escolares, ocasiono varios detrimentos en los estudiantes uno de ellos, relacionado con el tema del aprendizaje, aspecto que no se evidencia solamente en América Latina y el Caribe. La compañía de consultoría McKinsey, analizó los resultados de estudiantes estadounidenses en el ciclo escolar 20-21 de los alumnos de primaria y secundaria, cuyos resultados preliminares demostraron que, en promedio, los alumnos están cinco meses atrasados en matemáticas y cuatro meses atrás en lectura. Fernando Reimers, director de la iniciativa de Innovación Educativa Global, de la Escuela de Graduados de Educación de la Universidad de Harvard (UdeG, 2020) indico la pandemia “ha ocasionado el retroceso educativo más grande de este siglo”
Sin embargo, según datos de UNICEF, los niños de América Latina y el Caribe son los que más tiempo estuvieron fuera de las aulas. Cerca del 60% de los menores de la región perdieron el año lectivo y 13 millones de niños no tenían acceso al aprendizaje a distancia, lo que los coloca en una situación peor. Aun cuando las brechas siempre han existido.
La escuela como lugar de enseñanza
Si bien es cierto que uno de los aprendizajes que deja la pandemia es que la escuela es mucho más que el lugar en donde se aprende, es un centro de servicios de salud (vacunación, alimentación, contención socioemocional), de alimentación (comedores escolares, lonchera, etc.) de productividad, entre otros. Se subraya el proceso de aprendizaje, por sus efectos a largo plazo, en la consecución de ingresos a futuro y por ende de calidad de vida. El informe “Dos años después: salvando a una generación” indica que, en promedio, desde el comienzo de la pandemia los alumnos de la región perdieron, parcial o completamente, dos tercios de los días de clase presenciales, con una pérdida estimada de 1,5 años de aprendizaje, lo que podrían costar a los estudiantes de hoy una reducción en sus ingresos del 12 por ciento a lo largo de su vida.
Aunque aún no se puede conocer cuáles serán todas las consecuencias de la pandemia, este factor llama la atención pues agrava las condiciones de desigualdad que han existido. Pero ¿qué paso durante la pandemia con el proceso de enseñanza- aprendizaje? Frente al tema varias miradas y aspectos para tener en cuenta:
De acuerdo con padres de familia
“Esta situación le preocupa a Katherine, pues, cuando su hijo aún tenía clases en la presencialidad les dedicaba mayor tiempo a ciertas áreas, pero ahora, el tiempo se redujo y considera que el aprendizaje no es de calidad. Katherine reconoce el esfuerzo que hace el colegio de su hijo en esta emergencia inesperada, pero siente que la educación en la virtualidad no es la misma, no garantiza el aprendizaje. (Ortíz, 2020, p. 11)
2. Desde la mirada de los docentes
“Para la adaptación de las clases, han tenido que pasar por el análisis de métodos adecuados. El proceso de enseñanza–aprendizaje que conocían se fracturó, ya no cuentan con los matices de homogenización que tenían en el aula. Ni con la disposición y comunicación verbal y no verbal directa con los alumnos”. (López, 2020, p. 28)
“Al no encontrarse docente y alumno en la misma dimensión espacio–temporal, deben utilizar otros componentes. Asumir que los estudiantes no cuentan con la misma disposición y concentración. Validar que el trabajo ahora es autónomo e individual, y que cada alumno maneja un ritmo propio de aprendizaje”.
“… ha sido una dificultad, sobre todo con los chicos que no tenemos ninguna posibilidad de comunicación… eso frustra o afecta negativamente el proceso de aprendizaje… porque no reciben las guías a tiempo, ni las pueden retornar a tiempo, y si tienen alguna dificultad no hay la posibilidad de llamarnos para aclararles las dudas y ese se convierte en un problema bastante fuerte”. (López, 2020, p. 32)
“Los docentes conocen las ventajas de la escuela. Saben que la disposición y concentración que concede, ayuda al aprendizaje”
A lo que se le añade
“Una tarea adicional para los docentes ha sido tener que aprender a manejar la tecnología sobre la marcha. Familiarizase con las diferentes plataformas, usar aplicaciones y sumar a los posibles servicios de comunicación, estrategias y herramientas para mantener el contacto con compañeros y alumnos”. (López, 2020, p. 27)
3. Según expertos en educación virtual
“Un primer punto por considerar hace referencia a la formación docente, los maestros, en su gran mayoría, siendo sin duda el caso de nuestro país, están capacitados para enseñar presencialmente. Una encuesta nacional realizada en Estados Unidos, indico que más de la mitad de las personas encuestadas (56.7 %) afirmó que no se sienten preparados para dar clases en línea. (González, 2020, p. 8)
“De acuerdo con expertos en educación virtual solo la adquisición del conocimiento para entender el uso de la plataforma requiere que los maestros reciban varios días, semanas o, mejor aún, meses de preparación en profundidad antes de lanzar un programa de aprendizaje en línea. No obstante, el primer paso, de enorme importancia, es la creación de contenidos y aplicaciones diseñados por las y los educadores, para transformar las nuevas tecnologías en herramientas para el aprendizaje. Este proceso contempla el desarrollo de propuestas pedagógicas que en ningún caso implica replicar la presencialidad en la virtualidad”. (González, 2020, pág. 8)
Con lo anterior se puede indicar que, si bien en los últimos años se
“invita al aprendizaje autónomo de los estudiantes, incluso fuera de la escuela, la realidad de la pandemia ha aflorado de alguna manera su necesidad como lugar y tiempo importantes para que los niños, niñas y adolescentes inviertan en ella parte de su cotidianidad. Es simple: los padres de familia no tienen la capacidad de reemplazar a los profesores, así como los hogares tampoco reemplazan a la escuela” (Jiménez, 2020, p. 20)
De igual forma, en la pandemia se hizo evidente que las familias requieren una escuela y un profesor que enseñe. No basta la guía o el estímulo para que emprendan un proceso activo de autoformación, para que aprendan a aprender, se requiere del docente.
Este es solo un aspecto dentro del gran panorama, no se puede dejar de lado que, así como con el aprendizaje disciplinar el aprendizaje social y emocional se vio afectado por la pandemia, aunque ese será tema de otro artículo, es evidente que uno y otro generan convivencia.
“…Esta vinculación escolar también antes se ha revelado como un potencial de la institución en los procesos de socialización y encuentro del alumnado a través de los momentos de participación y convivencia, posibilitando los procesos de integración social o de enriquecimiento de la red de relaciones interpersonales, tan necesarias para la salud y el bienestar personal entre niños, niñas y adolescentes. Y es en esos momentos de convivencia presencial donde la escuela ofrece otro de sus potenciales, a través de herramientas emocionales y de pensamiento para favorecer el aprendizaje práctico de respuestas ante situaciones de conflictividad o abuso, mediante posicionamientos ante el dominio o la violencia, expresando valores deseables de respeto a la diversidad, por la igualdad o la tolerancia y la solidaridad”. (Avilés, 2021)
Referencias
Avilés, J. M. (2021, Abril - Junio). PANDEMIA Y CONVIVENCIA ESCOLAR: INCERTIDUMBRES Y RETOS. Revista Tópicos Educacionais, vol. 27, núm. 1., pp. 1-22. Diaz, B. (21 de marzo 2021). “Educación en pandemia: ¿un año perdido para América Latina?” Recuperado de https://www.caf.com/es/actualidad/noticias/2021/03/educacion-en-pandemia-un-ano-perdido-para-america-latina/
González, M. R. (2020, Mayo - Agosto). Un punto de vista del sector educativo. Revista de Educación Fundación Convivencia No 23, pp. 6-9.
Jiménez, J. E. (2020, Mayo - Agosto). Constructivismo y crisis educativa. Revista de Educación Fundación Convivencia No 23, pp. 14-22.
López, M. C. (2020, Mayo - Agosto). Confinamiento, un reto para el proceso educativo. Revista de Educación Fundación Convivencia No 23, pp. 23-34.
Ortíz, B. D. (2020, Mayo - Agosto 2020). Educación virtual, retos de los padres de familia en tiempos de coronavirus. Revista de Educación Fundación Convivencia No 23, pp. 10-12.
Reimers, F. (6 de mayo 2020). Webinar “El aprendizaje de los niños en tiempos de encierro” (@canal44tv) Recuperado de https://www.gse.harvard.edu/faculty/fernando-reimers
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