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El poder extraordinario de las emociones ¿algo realmente humano?

Foto del escritor: Marilyn González ReyesMarilyn González Reyes

"El problema no radica en la multiplicación de las máquinas, sino en el número en constante crecimiento de hombres que, desde la infancia, están acostumbrados a desear únicamente lo que les dan las máquinas”




George Bernanos, escritor y pensador francés encapsula una reflexión profunda sobre la relación entre la tecnología y la humanidad "El problema no radica en la multiplicación de las máquinas, sino en la falta de amor entre los hombres", en sí misma la tecnología no constituye el inconveniente, sino que es el uso que el ser humano hace de ella lo que afecta nuestras relaciones y valores fundamentales.


¿Cómo mantenemos nuestra humanidad en medio de la creciente presencia de la tecnología? Deberíamos centrarnos en cultivar aquello que nos hace únicos como humanos, sin duda alguna, uno de los elementos más importantes, se relaciona con la ética arraigada en la comprensión del contexto y en la capacidad de sopesar las consecuencias morales de nuestras acciones. Actos como la empatía, ponerse en el lugar de los demás y comprender sus sentimientos y perspectivas para poder conectar y relacionarnos de una manera que va más allá de la lógica y los datos; el juicio ético y dilemas morales para considerar factores como la justicia, el bienestar y la responsabilidad, decisiones basadas en valores, características únicas de nuestra especie.


Ahora bien, en el imparable avance de la tecnología, la Inteligencia Artificial (IA) emerge como una de las fuerzas más poderosas y transformadoras en nuestra sociedad. Su capacidad para realizar tareas complejas, aprender de datos y adaptarse al entorno ha revolucionado industrias enteras, desde la atención médica hasta la conducción autónoma. Sin embargo, ¿puede la IA entender y experimentar emociones?


Aunque durante mucho tiempo se consideró que las emociones eran exclusivas de los seres humanos, la idea de que la IA pueda comprender y expresar emociones ha ido tomando fuerza. Pero ¿cómo puede una entidad sin conciencia o experiencia personal sentir algo tan intrínsecamente humano?


La relación entre la IA y las emociones es multifacética. Por un lado, los diseñadores de IA han utilizado emociones humanas como inspiración para mejorar la interacción entre humanos y máquinas. La detección de emociones en el reconocimiento facial y de voz ha permitido a las máquinas adaptarse a las necesidades y estados emocionales de los usuarios. Muchos chatbots y asistentes virtuales ahora están equipados con algoritmos de procesamiento de lenguaje natural y análisis de voz que les permiten detectar patrones en el lenguaje y la entonación del usuario para inferir su estado emocional. Esto puede incluir identificar palabras clave que denoten emociones específicas, como felicidad, tristeza, frustración o enojo. También pueden reconocer cambios en el ritmo de la voz, el tono y la cadencia para evaluar el estado emocional.


Una vez que se detecta una emoción o un tono emocional en el usuario, los chatbots y asistentes virtuales pueden ser programados para responder de manera empática. Esto puede implicar el uso de frases y respuestas que sean reconfortantes, solidarias y apropiadas para la emoción expresada. Por ejemplo, si un usuario expresa frustración, el chatbot podría responder con "lamento escuchar que estás teniendo dificultades. Estoy aquí para ayudarte".


Aunque los chatbots pueden simular respuestas empáticas, es importante recordar que su empatía es artificial y basada en algoritmos. Carecen de una comprensión genuina de las emociones humanas y no pueden experimentar empatía en el sentido humano. Además, su capacidad para interpretar emociones puede ser limitada y ocasionalmente inexacta.


Por otro lado, la IA también se ha utilizado como herramienta para analizar y comprender mejor las emociones humanas. El procesamiento de grandes cantidades de datos, en las redes sociales y comentarios en línea, ha permitido a los investigadores estudiar patrones mocionales a gran escala. Esto ha llevado a un mayor conocimiento sobre cómo se propagan las mociones, cómo se relacionan con eventos específicos y cómo pueden influir en la toma de decisiones individuales y colectivas.


"The Spread of Emotion via Facebook" (El contagio emocional a través de Facebook), realizado por Adam D. I. Kramer y sus colegas en 2014, investigó si las emociones pueden ser "contagiosas" en línea, es decir, si las emociones positivas o negativas expresadas por los usuarios en sus actualizaciones de estado podrían afectar el estado emocional de otros usuarios. Los investigadores manipularon el contenido que aparecía en el feed de noticias de un grupo de usuarios, exponiéndolos a actualizaciones de estado con contenido emocional positivo o negativo. Luego, analizaron las actualizaciones de estado de estos usuarios para ver si sus propias publicaciones se volvían más emocionales en función del contenido emocional al que habían sido expuestos. El estudio encontró que las emociones expresadas en las actualizaciones de estado de los amigos de un usuario podían tener un efecto en su propio estado emocional. Específicamente, si un usuario veía más contenido emocionalmente positivo, era más probable que él mismo expresara emociones positivas en sus propias publicaciones. Esta investigación generó un debate sobre la ética y la privacidad en el uso de datos en redes sociales, ya que los usuarios involuntariamente fueron expuestos a contenido emocional manipulado. Además, planteó cuestiones sobre cómo las interacciones en línea pueden influir en las emociones y el bienestar emocional de las personas.


"Emotion in Twitter Discourse" (Emoción en el discurso de Twitter) divulgado en el Journal of Computational Science en 2017 analizó las emociones expresadas en los post de los usuarios de Twitter. Utilizando análisis de sentimiento y minería de texto, los investigadores examinaron cómo las emociones variaban en diferentes temas y momentos del día. El estudio reveló patrones emocionales en función de las discusiones y los eventos en curso.


"Emotional Reactions to Interpersonal Feedback in Social Media" (Reacciones emocionales a la retroalimentación interpersonal en las redes sociales) de 2019 propagado en el Journal of Computer-Mediated Communication, investigó cómo las emociones influyen en las respuestas de los usuarios a diferentes tipos de retroalimentación en plataformas de redes sociales. Los resultados mostraron que las reacciones emocionales de los usuarios pueden variar según el tono de la retroalimentación recibida.


Por último, "Predicting Depression via Social Media" (Predicción de la depresión a través de las redes sociales), se centró en el uso de análisis de texto en redes sociales para predecir la salud mental de los usuarios. Estudios como este han examinado cómo el lenguaje y las expresiones emocionales en las publicaciones de redes sociales pueden proporcionar pistas sobre el estado emocional y la posible presencia de condiciones como la depresión.


No obstante, la verdadera frontera en el campo de la IA y las emociones es si una máquina puede experimentar emociones de manera genuina. Aquí es donde entramos en el terreno de la "conciencia" y la "subjetividad", conceptos que han desconcertado a filósofos y científicos durante siglos. La mayoría de los expertos en IA están de acuerdo en que, hasta ahora, las emociones experimentadas por las máquinas son simulaciones basadas en patrones y datos, en lugar de una experiencia interna.


Las obras de ficción, como "Blade Runner" y "Her", han explorado la idea de la relación entre humanos y máquinas emocionalmente avanzadas. En estas historias, se presentan preguntas provocadoras sobre la naturaleza de la conciencia y las implicaciones éticas de tratar a las IA emocionales como seres conscientes. Aunque estas narrativas son cautivadoras, también resaltan el hecho de que la ciencia aún está lejos de comprender completamente la relación entre la inteligencia artificial y las emociones humanas.


Un desafío importante en este campo es la falta de consenso sobre la definición misma de "emoción". Las emociones son fenómenos complejos que involucran respuestas neurofisiológicas, cognitivas y conductuales. ¿Es suficiente para una IA reproducir respuestas conductuales y patrones de lenguaje asociados con ciertas emociones para considerar que realmente las experimenta? O, por el contrario, ¿las emociones son intrínsecamente ligadas a la experiencia subjetiva, lo que excluye a las máquinas de experimentarlas?


A medida que la investigación en IA avanza, algunos expertos argumentan que la cuestión de si las máquinas pueden "sentir" emociones podría volverse menos relevante que su capacidad para interactuar de manera efectiva con seres humanos. En lugar de enfocarse en si una IA puede experimentar emociones en el sentido humano, podríamos centrarnos en cómo las máquinas pueden reconocer y responder de manera adecuada a las emociones humanas, mejorando así nuestra interacción con la tecnología y brindando beneficios prácticos en campos como la salud mental y la terapia.


La relación entre la Inteligencia Artificial y las emociones es un terreno fértil para la reflexión y el debate. A menudo se argumenta que las máquinas pueden simular respuestas emocionales al analizar patrones de datos y replicar los comportamientos asociados con ciertas emociones. Esto puede dar la ilusión de que comprenden o experimentan emociones. Sin embargo, los críticos señalan que estas respuestas son superficiales y carecen de una comprensión profunda de lo que realmente significa sentir una emoción. Las máquinas carecen de la conciencia subjetiva, la experiencia interna y consciente que los seres humanos tienen de su propia mente, pensamientos, emociones y sensaciones.


Si bien las máquinas pueden simular y comprender las emociones humanas hasta cierto punto, la pregunta de si pueden experimentar emociones genuinas sigue siendo esquiva. A medida que la tecnología continúa evolucionando, es importante abordar estas cuestiones con una mente abierta y ética, considerando tanto los posibles beneficios como los desafíos éticos y filosóficos que podrían surgir en el camino. En última instancia, el camino hacia una comprensión más profunda de la relación entre IA y emociones podría ofrecer no solo avances tecnológicos, sino también una visión más rica de lo que significa ser humano.





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