"La respuesta a cómo podemos preparar las máquinas para este mundo éticamente complejo reside en la forma en la que criamos a nuestros propios hijos y los preparamos para enfrentarse a nuestro complejo mundo. Cuando criamos a niños no sabemos exactamente a qué situaciones se enfrentarán. No les damos la respuesta a cada posible pregunta; al contrario, les enseñamos a cómo encontrar la respuesta por ellos mismos".
Mo Gawdat - autor y exdirector comercial de Google X
En el mundo de la tecnología, cada avance, cada logro notable, trae consigo una serie de interrogantes y desafíos que deben ser abordados con cautela y responsabilidad. Uno de los desarrollos más notables en las últimas décadas es el rápido ascenso de la Inteligencia Artificial (IA) generativa, encabezada por aplicaciones como ChatGPT, que ha cosechado un éxito sin precedentes desde su lanzamiento a finales de noviembre de 2022[1]. Sin embargo, detrás de esta fascinante tecnología y su vertiginoso crecimiento se encuentra un profundo debate sobre su regulación y las implicaciones que trae consigo.
¿Quién verifica la precisión de las respuestas proporcionadas? ¿Cuál es el código ético al que se adhiere? ¿Coincide el código ético del diseñador del producto con el nuestro? Y, en última instancia, ¿quién determina lo que constituye un comportamiento ético?
En marzo del presente año, más de mil expertos en tecnología emitieron una solicitud sin precedentes en el campo de la inteligencia artificial. En una carta abierta, instaron a las empresas que desarrollan esta tecnología a detener el entrenamiento de programas que superen en potencia a GPT-4, la versión más reciente de ChatGPT, durante al menos seis meses.
El motivo detrás de esta solicitud radica en la preocupación de que los sistemas de IA con inteligencia equiparable a la humana planteen riesgos significativos para la sociedad y la humanidad en general. Entre los firmantes destacados de la carta se encontraban Steve Wozniak, cofundador de Apple, y Elon Musk, empresario de renombre y anterior cofundador de OpenAI antes de dejar la junta debido a diferencias en la dirección de la empresa.
La carta subrayó que los laboratorios de inteligencia artificial están compitiendo en una carrera desenfrenada para desarrollar y desplegar sistemas cada vez más poderosos, cuyo entendimiento, predicción y control se vuelven cada vez más desafiantes, incluso para sus propios creadores. Esta medida se erige como un llamado a la precaución y la responsabilidad en medio del emocionante pero potencialmente peligroso avance de la inteligencia artificial.
Si preparamos las máquinas sin conocer con certeza las situaciones a las que se enfrentarán en el futuro y les inculcamos la capacidad de encontrar respuestas por sí mismas, surgen cuestionamientos cruciales. ¿Hasta qué punto podemos estar seguros de que actuarán de acuerdo con principios éticos? ¿Podremos confiar en que lucharán activamente contra la discriminación y la desigualdad, promoviendo la diversidad cultural y respetando los derechos humanos, entre otros asuntos de vital importancia para garantizar la coexistencia y la vida en sociedad?
Las Tres Etapas de la Inteligencia Artificial: Del Aprendizaje Especializado a la Superinteligencia
La Inteligencia Artificial (IA) ha atravesado tres fases distintas en su evolución. La primera de ellas, denominada "Inteligencia Artificial Estrecha" o ANI (por sus siglas en inglés), engloba todas las tecnologías de IA existentes en la actualidad. A diferencia de la inteligencia humana, los sistemas ANI requieren una programación detallada por parte de los humanos cuando se enfrentan a cambios en el contexto o en las especificaciones de las tareas que deben realizar, incluso si son cambios menores. Esto se debe a que carecen de la capacidad de adaptarse a nuevos objetivos o circunstancias y de generalizar el conocimiento de un contexto a otro, como lo hacen los humanos mediante el aprendizaje por transferencia.
Los sistemas ANI se pueden dividir en dos categorías principales: sistemas de aprendizaje supervisado y sistemas de aprendizaje no supervisado. Los sistemas de aprendizaje supervisado se entrenan utilizando conjuntos de datos etiquetados que les permiten aprender la relación entre los datos de entrada y los resultados deseados. En contraste, los sistemas de aprendizaje no supervisado se entrenan en conjuntos de datos no etiquetados y pueden identificar patrones y relaciones en los datos sin orientación.
A pesar de su limitación en cuanto a adaptabilidad y versatilidad, la ANI está presente en numerosos aspectos de la vida cotidiana, como Google Translate y asistentes virtuales como Siri. Aunque estos sistemas pueden realizar interacciones sofisticadas, se consideran limitados porque no pueden igualar la inteligencia humana, y su uso se enfoca en funciones específicas, como asistencia o traducción. No obstante, sus ventajas radican en su capacidad para llevar a cabo tareas individuales de manera eficiente, a menudo superando las capacidades humanas en áreas particulares, como la detección de enfermedades en imágenes médicas.
Sin embargo, es importante destacar que los sistemas de IA débil solo pueden realizar las tareas para las que fueron diseñados y toman decisiones basadas en los datos de entrenamiento, lo que constituye su principal limitación.
En cuanto a los beneficios de utilizar ANI, se pueden dividir en dos categorías principales: Inteligencia Artificial Simbólica y Aprendizaje Automático (Machine Learning). La IA simbólica, también conocida como GOFAI, se basa en reglas explícitas definidas por programadores y se utiliza en aplicaciones con pasos claros y resultados predecibles. Por otro lado, el aprendizaje automático crea sistemas inteligentes a través de ejemplos y el entrenamiento de modelos basados en datos. Esto permite a la IA aprender y mejorar su desempeño con el tiempo, como en el caso de detectar transacciones fraudulentas en el uso de tarjetas de crédito.
En resumen, la Inteligencia Artificial Limitada (ANI) comprende sistemas altamente especializados diseñados para tareas específicas, y aunque tienen limitaciones en cuanto a adaptabilidad, desempeñan un papel importante en diversas áreas, desde el reconocimiento de imágenes hasta la asistencia virtual y la detección de fraudes, proporcionando eficiencia y precisión en tareas individuales.
No obstante, en el horizonte tecnológico se vislumbra una posibilidad intrigante: la transición de sistemas de Inteligencia Artificial (IA) programados para el aprendizaje automático, como ChatGPT y AutoGPT[2], hacia una etapa aún más avanzada y ambiciosa conocida como "Inteligencia Artificial General" (AGI por sus siglas en inglés).
La AGI representa un hito en la evolución de la IA. A diferencia de sistemas especializados que solo pueden realizar una tarea, como jugar ajedrez o traducir idiomas, la AGI busca igualar o incluso superar la inteligencia promedio humana. Imagina una inteligencia capaz de comprender el mundo, aplicar sentido común, aprender por sí misma en diversos dominios, comprender sistemas simbólicos y utilizar el conocimiento metacognitivo. En esencia, OpenAI considera que una AGI es un sistema autónomo que supera las capacidades humanas en la mayoría de los trabajos económicamente valiosos.
A medida que avanzamos en la búsqueda de la AGI, surgen cuestiones fundamentales. ¿Cómo sabremos que una IA es comparable o superior a la inteligencia humana? ¿Existen diferentes tipos de inteligencia? ¿Cómo nos relacionaremos con esta nueva forma de inteligencia? ¿Es posible que una máquina desarrolle conciencia? ¿Es la conciencia el rasgo que define la humanidad? La comunidad de investigadores, científicos y filósofos aún no ha llegado a un consenso sobre estos temas.
Otro aspecto sin consenso en el momento en que la AGI se convertirá en una realidad. Algunos creen que la reciente evolución de sistemas como GPT-4 podría allanar el camino hacia la AGI, y que la siguiente iteración, GPT-5, podría marcar ese hito. Otros opinan que estamos a pocos años o décadas de distancia, mientras que algunos sostienen que podría tomar siglos o incluso que nunca sucederá.
Recientemente, la comunidad científica se ha visto sacudida por un estudio de Microsoft que insinúa destellos de AGI en GPT-4. Según el estudio, esta IA es capaz de abordar tareas desafiantes en matemáticas, codificación, visión, medicina, derecho y psicología sin instrucciones especiales, y su rendimiento es "sorprendentemente similar al humano". Sin embargo, algunos críticos, como Gary Markus, un influyente pensador en inteligencia artificial, cuestionan estas afirmaciones y ven en ellas una campaña mediática destinada a generar una impresión exagerada de lo cerca que estamos de la AGI.
Mientras continuamos nuestro viaje hacia la AGI, una cosa es segura: las respuestas a estas preguntas, y el futuro de la IA en general, siguen siendo inciertos pero emocionantes. La inteligencia artificial está redefiniendo lo que es posible, y el destino de la AGI promete cambiar nuestras vidas de maneras que apenas podemos imaginar.
La tercera y última etapa en el desarrollo de la IA es la "Inteligencia Artificial Superinteligente" (ASI). En esta etapa, las máquinas no solo igualan la inteligencia humana, sino que la superan de manera significativa. La ASI es capaz de aprender y mejorar de manera recursiva, multiplicando su propia inteligencia de forma exponencial. Este potencial para un rápido auto-mejoramiento es lo que ha generado debates profundos sobre su impacto en la humanidad.
Además de las preocupaciones sobre la seguridad y el control de la IA, también se plantean preguntas sobre su impacto en el mercado laboral. Un informe de Goldman Sachs estima que la IA podría reemplazar el equivalente a 300 millones de empleos a tiempo completo, lo que plantea desafíos económicos significativos. Si bien algunos argumentan que la IA creará nuevos empleos y aumentará la productividad, la velocidad del cambio es motivo de preocupación.
En última instancia, el futuro de la IA es incierto pero emocionante. A medida que avanzamos hacia la AGI y la ASI, se plantean preguntas fundamentales sobre la inteligencia, la conciencia y el impacto en la sociedad y el mercado laboral. La IA está transformando rápidamente lo que es posible, y la forma en que abordemos estos desafíos determinará su papel en la humanidad en las décadas por venir.
[1] En apenas dos meses llegó a tener 100 millones de usuarios activos. [2] Un agente autónomo que se basa en la información de ChatGPT para realizar tareas de manera independiente
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