top of page

Más allá del algoritmo: Educación, pensamiento abductivo y el mito de la inteligencia artificial

Una guía crítica y creativa para docentes que forman mentes humanas en un mundo gobernado por máquinas estadísticas


En un contexto educativo marcado por la incertidumbre, la complejidad y la necesidad urgente de innovación pedagógica, el pensamiento abductivo ofrece una vía poderosa —aunque poco explorada— para promover aprendizajes significativos, resolver problemas reales y construir nuevas formas de comprensión. Este texto propone a docentes y directivos escolares un acercamiento analítico, crítico y propositivo a la abducción como herramienta para transformar la práctica educativa, con un énfasis especial en su papel frente a los límites de la inteligencia artificial (IA).


La abducción, como la definió Charles S. Peirce (CP 5.171), es el tipo de razonamiento que genera hipótesis frente a hechos sorprendentes. Es la forma lógica mediante la cual las personas explican lo inesperado, plantean nuevas ideas y dan el primer paso hacia el conocimiento. A diferencia de la deducción (que infiere lo necesario) y la inducción (que valida lo probable), la abducción propone lo posible. Es, en palabras de Peirce, "la única operación lógica que introduce ideas nuevas".


En el entorno escolar, esto se traduce en un cambio de paradigma: dejar de enseñar para la respuesta correcta y empezar a formar para la formulación de buenas preguntas. La abducción convierte la sorpresa, la anomalía y el error en puntos de partida para pensar, dialogar, investigar y crear.


Como advierte Erik J. Larson (2021), uno de los mitos más peligrosos hoy en día es pensar que los avances actuales en IA —basados en algoritmos estadísticos y redes neuronales— nos están llevando inevitablemente hacia una inteligencia artificial general, capaz de razonar, entender y crear como un ser humano. En su capítulo “El error de la inteligencia”, Larson explica que esta creencia ignora la diferencia entre correlación estadística y comprensión real. Los sistemas de IA actuales no hacen razonamiento abductivo, no entienden el contexto ni generan hipótesis; simplemente identifican patrones en grandes volúmenes de datos.


Este malentendido tiene profundas consecuencias educativas. Si las escuelas se enfocan solo en enseñar a usar herramientas basadas en IA, sin formar el tipo de pensamiento que la IA no puede replicar (intuición, juicio, imaginación), estarán preparando estudiantes para ser consumidores pasivos de tecnología, no ciudadanos críticos ni creadores del futuro.


Larson (2021) en “Turing en Bletchley”, refuerza esta idea. Recuerda que Alan Turing, lejos de construir una máquina que pensara por sí sola, resolvió el problema de Enigma mediante formas de pensamiento profundamente humanas: interpretación de lenguaje natural, formulación de hipótesis, trabajo en equipo y sentido del contexto. Es decir, aplicó pensamiento abductivo.


Turing enfrentaba mensajes cifrados con información incompleta. Para descifrarlos, formulaba hipótesis basadas en conocimiento del idioma, patrones sociales y frases comunes. Su razonamiento no era algorítmico, sino interpretativo y creativo. Así, lo que hizo Turing fue usar lo que hoy llamamos pensamiento abductivo: plantear explicaciones posibles para hechos desconcertantes.


Este ejemplo histórico nos recuerda que la inteligencia humana no consiste solo en procesar datos, sino en construir sentido frente a lo incierto. Por eso, la escuela no puede formar únicamente para manejar tecnologías, sino para ejercer las capacidades que las máquinas no tienen: abducción, imaginación, juicio ético.


Ejemplos prácticos desde la escuela


  1. En el aula: interpretar lo inesperado: Un estudiante propone que los árboles "respiran" al revés que los humanos. En lugar de corregirlo de inmediato, un docente aplica pensamiento abductivo: plantea junto con el grupo la hipótesis, la conecta con la fotosíntesis y transforma el error en comprensión científica.

  2. En la dirección escolar: resolver lo inusual: Un grupo de estudiantes empieza a llegar tarde en bloque. En vez de aplicar sanciones automáticas, el equipo directivo aplica abducción: ¿qué puede estar ocurriendo? Indagan, encuentran un cambio en el transporte local y ajustan horarios. De la hipótesis a la mejora institucional.

  3. En la convivencia: explicar lo contradictorio: Un estudiante considerado "conflictivo" se muestra colaborador en el consejo estudiantil. En lugar de desconfiar, el docente lo interpreta abductivamente: ¿qué situación permite que exprese esa capacidad? El cambio de contexto da pie a reconfigurar roles y apoyos.


Fomentar el pensamiento abductivo en una institución educativa implica promover una cultura pedagógica de la exploración, donde el asombro y la duda sean motores legítimos del saber. Algunas líneas de acción:


  • Incluir en los planes de área espacios para la formulación de hipótesis abiertas, especialmente en proyectos interdisciplinarios.

  • Formar a los docentes en didácticas abductivas, que valoran el error y la sorpresa como parte del proceso de aprendizaje.

  • Incorporar la abducción en la toma de decisiones institucionales: identificar patrones inusuales, generar explicaciones plausibles, pilotear acciones.


Como señala Atocha Aliseda (1998), la abducción no es solo un esquema lógico, sino un proceso de cambio epistémico que permite transitar de la duda a la comprensión mediante hipótesis explicativas. Esta lógica resulta especialmente útil en contextos educativos dinámicos y desafiantes.


Una educación que fomente la abducción no forma estudiantes para acertar, sino para indagar y crear sentido en lo inesperado. Esto implica:


  • Evaluar no solo productos, sino procesos de pensamiento: ¿qué hipótesis generó el estudiante? ¿cómo justificó su conjetura?

  • Transformar la planeación curricular para dejar espacio a lo no previsto: más hipótesis, menos fórmulas fijas.

  • Reconocer el rol de la intuición razonada en la creatividad: lo que Peirce llamó un "instinto racional" (Ayim, 1974).


Recuperar la abducción en la escuela es recuperar el valor pedagógico de lo incierto. Frente al auge de tecnologías que automatizan decisiones y predicen comportamientos, la escuela debe formar capacidades humanas irreductibles a algoritmos: imaginar lo inesperado, construir sentido, proponer lo posible.


Como recuerda Larson (2021), mientras la IA funciona en “mundos cerrados” con reglas claras y datos predecibles, el pensamiento humano —y en particular el educativo— opera en mundos abiertos, ambiguos y sorprendentes. Formar en pensamiento abductivo es, entonces, formar la capacidad de imaginar lo nuevo desde lo inexplicable. Para docentes y líderes educativos, este enfoque representa una oportunidad real para resistir el mito tecnológico, repensar la enseñanza y devolver a la escuela su potencia creativa y crítica.


Referencias


Aliseda, A. (1998). La abducción como cambio epistémico. UNAM.

Ayim, M. (1974). "Retroduction: The Rational Instinct". Transactions of the Charles S. Peirce Society, 10: 34-43.

Larson, E. J. (2021). El mito de la inteligencia artificial. Harvard University Press.

Peirce, C. S. (1903). Collected Papers of Charles Sanders Peirce, vols. 5.


Comentários

Avaliado com 0 de 5 estrelas.
Ainda sem avaliações

Adicione uma avaliação
bottom of page