top of page

“ATRÉVETE A PENSAR” EN TIEMPOS DE INTELIGENCIA ARTIFICIAL

 Immanuel Kant afirma que la minoría de edad del ser humano —su incapacidad para valerse de su propio entendimiento sin la guía de otro— no se debe a falta de inteligencia, sino a la ausencia de resolución y coraje para emplear dicha facultad de manera autónoma.
Immanuel Kant afirma que la minoría de edad del ser humano —su incapacidad para valerse de su propio entendimiento sin la guía de otro— no se debe a falta de inteligencia, sino a la ausencia de resolución y coraje para emplear dicha facultad de manera autónoma.

La inteligencia artificial desafía directamente nuestra libertad y autonomía. Aunque esta amenaza parece nueva, ya Immanuel Kant, en el contexto del poder monárquico absoluto, formuló la máxima sapere aude —“atrévete a servirte de tu propio entendimiento”— como un llamado a ejercer la autonomía bajo cualquier circunstancia.


A lo largo de la historia, otros pensadores también han subrayado la necesidad de reivindicar la libertad y la autonomía como condiciones esenciales para salvaguardar la dignidad humana. Sin embargo, la complejidad del presente introduce un matiz distinto. A diferencia de los poderes tradicionales circunscritos a un ámbito particular de la vida —la religión, la salud, la educación—, la inteligencia artificial carece de rostro humano y de intenciones identificables. Precisamente por ese carácter impersonal, su influencia se extiende a múltiples dimensiones de la existencia, alcanzando esferas insospechadas de nuestra vida cotidiana. En este contexto, resulta necesario repensar conceptos fundamentales de la formación humana con el fin de asumir esta realidad de manera crítica y consciente.


EL PAPEL DEL ESFUERZO EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA AUTONOMÍA Y LA LIBERTAD


En la actualidad, el placer y el esfuerzo frecuentemente se presentan como opuestos: el esfuerzo carga con una connotación negativa, mientras que el placer se identifica inmediatamente con satisfacción y bienestar instantáneos. Esta visión, reforzada por la lógica del mercado, nos seduce con la promesa de gratificación inmediata. Sin embargo, desde la filosofía griega clásica, el verdadero florecimiento humano —la eudaimonía— no reside en el placer efímero ni en un estado emocional, sino en una forma de vida sustentada por la virtud y por una actividad plenamente racional.


La raíz latina fortis, precedida del prefijo ex, remite a la idea de movimiento hacia afuera. El esfuerzo, en este sentido, supone poner en acción las fuerzas necesarias para vencer resistencias tanto internas como externas (Castillo, 2003, p. 102). En el ámbito educativo, esas resistencias adoptan diversas formas: la dificultad para aceptar el error, la apatía y la comodidad, pero también los embates de un entorno que promete felicidad sin esfuerzo y que confunde la abundancia de información con conocimiento.


En su célebre ensayo ¿Qué es la Ilustración? (1784), Immanuel Kant afirma que la minoría de edad del ser humano —su incapacidad para valerse de su propio entendimiento sin la guía de otro— no se debe a falta de inteligencia, sino a la ausencia de resolución y coraje para emplear dicha facultad de manera autónoma.


La pereza y la cobardía son causa de que una gran parte de los hombres continúe a gusto en su estado de pupilo (…) también lo son de que se haga tan fácil para otros erigirse en tutores. ¡Es tan cómodo no estar emancipado! Tengo a mi disposición un libro que me presta su inteligencia, un cura de almas que me ofrece su conciencia, un médico que me prescribe las dietas, etc., etc., así que no necesito molestarme. Si puedo pagar no me hace falta pensar: ya habrá otros que tomen a su cargo, en mi nombre, tan fastidiosa tarea. (Kant, 1784, p. 249)


Por tanto, el autogobierno no es un punto de partida, sino una conquista deliberada que requiere no solo del individuo, sino también de un mediador consciente —ya sea un maestro, un guía o una figura de autoridad reflexiva— que permita el uso autónomo de la razón.


Sin embargo, esta perspectiva contrasta con muchos discursos actuales sobre crianza, que reducen la disciplina a una restricción arbitraria y promueven una libertad sin límites como si fuera sinónimo de emancipación. El resultado es paradójico: nace una “libertad anticipada” que impide al niño construir su propio juicio y autogobierno. Además, la sobreprotección —aunque motivada por buenas intenciones— termina limitando; inhibe la capacidad de formular preguntas, enfrentar incertidumbres y en última instancia, confrontar el vacío que implica pensar por sí mismo. De igual modo, un sistema educativo que continúa priorizando la obediencia y la conformidad en lugar del pensamiento crítico resulta profundamente riesgoso.


El “atreverse a pensar” se constituye en una posibilidad para defender lo humano en una época en la que la autonomía y la libertad corren el riesgo de diluirse. Esta apuesta no solo apunta a la libertad individual, sino también a la construcción de un proyecto colectivo que haga posible la convivencia, la reflexión crítica y la capacidad de responder con criterio a los desafíos del presente y del futuro.



BIBLIOGRAFÍA

Castillo, E. G. (2003). Pedagogía del esfuerzo y cultura del placer. Revista española de pedagogía, 97-114.


Giner, I. C. (1996). Sociedad del bienestar y pedagogía del esfuerzo ¿realidades diferentes? Cuestiones Pedagógicas. Revista de Ciencias de la Educación, (12).


Kant, I. (1784). ¿Qué es la Ilustración? Filosofía de la historia25, 38.

Sacristán. D. (1982) Hacia una pedagogía del esfuerzo. Revista Española de Pedagogía.



 

Comentarios

Obtuvo 0 de 5 estrellas.
Aún no hay calificaciones

Agrega una calificación
bottom of page