En el libro La Historia de la Sexualidad, Michel Foucault argumenta que la sexualidad es una construcción social moldeada por fuerzas históricas y culturales. Aunque reconoce la existencia de restricciones y prohibiciones sexuales a lo largo de la historia, cuestiona la llamada hipótesis represiva de la sexualidad. Según esta hipótesis, se cree que el control sobre esta ha intentado suprimir su libre expresión. Sin embargo, el autor sostiene que, en lugar de reprimir el discurso sobre la sexualidad, estas restricciones provocaron una explosión discursiva en torno a ella. En su análisis, introduce dos regímenes principales bajo los cuales operó este discurso en la modernidad: lo lícito e ilícito, y lo normal y lo anormal.
Un ejemplo de la regulación entre lo lícito e ilícito se encuentra en el control externo de la sexualidad, donde las normas son impuestas desde el exterior al individuo. En este tipo de regulación, las instituciones y la sociedad dictan qué comportamientos sexuales son aceptables y cuáles no. Por otro lado, Foucault también señala un régimen de regulación interna, donde el individuo internaliza ciertas ideas sobre la sexualidad que definen lo que se considera "normal" y "anormal". Una vez que estas ideas se incorporan, regulan la conducta sexual de manera efectiva, dado que no son vistas como una imposición externa, sino como una parte natural del individuo. Este tipo de regulación, al estar profundamente arraigada, puede manifestarse en formas de violencia contra la expresión de la sexualidad, como la homofobia, el sexismo y el machismo.
Sin embargo, en la sexualidad no solo intervienen factores socioculturales. Otras miradas teóricas han abordado la sexualidad desde perspectivas más integrales, considerando aspectos biológicos, psicológicos y relacionales.
Con frecuencia, la sexualidad se reduce al ámbito de las relaciones sexuales coitales o penetrativas. Trujillo (2007) advierte que esta visión limita la sexualidad a un enfoque puramente genital, lo cual es problemático. Esta confusión entre sexualidad y genitalidad lleva a muchas personas a desarrollar una percepción negativa hacia el tema. Los estudios muestran que quienes ven la sexualidad de esta manera suelen sentirse incómodos al discutirla, lo que dificulta un abordaje abierto y libre de prejuicios. Además, estas personas tienden a rechazar la idea de que la sexualidad comienza a desarrollarse desde el nacimiento, lo que genera ansiedad frente a programas de educación sexual temprana. Para ellos, abordar este tema solo resulta adecuado cuando una persona alcanza la capacidad reproductiva.
Esta concepción limitada tiene otras implicaciones. Según Trujillo (2007, p.4), es fundamental reconocer que:
Desde antes del nacimiento, nuestra naturaleza humana es sexuada.
La sexualidad comienza a desarrollarse desde el mismo momento del nacimiento.
Las niñas y los niños también expresan su sexualidad.
Es importante abordar la sexualidad de manera espontánea, sin culpas, vergüenza ni temores.
Es crucial comprometernos con el desarrollo de la sexualidad de los miembros más jóvenes de la sociedad.
Las decisiones sexuales y reproductivas deben tomarse de manera autónoma.
Debemos adoptar conductas de autocuidado para mantener la salud sexual.
Es necesario ejercer y mantener los derechos sexuales y reproductivos.
¿Qué es la sexualidad?
El concepto de sexualidad ha sido ampliamente debatido desde el siglo XIX. El grupo de investigación en el que se inscribe el libro La sexualidad: mucho más que sexo, se define como:
(...) un constructo que representa todo lo que la persona puede decir acerca de su dimensión sexual cuando se describe a sí misma. En este sentido, podemos afirmar que la sexualidad es una de las múltiples facetas de la identidad personal. Definir la sexualidad como una faceta de la identidad implica asumir que se trata del reconocimiento explícito, por parte de la persona, del conjunto de atributos y comportamientos que la caracterizan y que le permiten responder a la pregunta: '¿Quién soy yo sexualmente? (Trujillo, 2007, p. 6)
Entre los siglos XV y XVII, la identidad se entendía como algo asignado al nacer, inmutable durante toda la vida y determinado por factores como el territorio de nacimiento, la familia y el poder económico o político heredado. Sin embargo, en la actualidad, la identidad se concibe como un fenómeno dinámico, construido a través de la interacción compleja de procesos cognitivos, afectivos y sociales que ocurren en un contexto cultural y relacional específico. Desde esta perspectiva, una identidad que favorece el bienestar psicológico es aquella que resulta de un proceso consciente, voluntario y activo de reflexión y decisión personal (Trujillo, 2007). De ahí la importancia de educar a niños y jóvenes, así como de transformar la visión social sobre la sexualidad.
Las características distintivas de la sexualidad se forman a lo largo de la vida, influenciadas por experiencias en diversos contextos relacionales y por el hecho de ser mujer u hombre. Cada época ha establecido sus propios límites y normas sobre la sexualidad. Por ejemplo, en la antigua Grecia, la práctica sexual era vista como algo natural, aunque susceptible de abuso. No era un asunto legal, sino ético; el problema no radicaba en el acto sexual en sí, sino en la manera en que se ejercía. La meta era controlar los deseos dentro de un marco de moderación, una práctica conocida como ascesis. En contraste, la moral cristiana pone el énfasis en la relación del individuo con Dios, mientras que, en el mundo grecorromano, el enfoque estaba en el contexto social.
En el desarrollo de la sexualidad no solo intervienen factores socioculturales, sino también psicológicos y biológicos, los cuales actúan de manera interdependiente, influyendo en la forma en que las personas experimentan y expresan su sexualidad. A continuación, se detallan las distintas dimensiones:
Dimensión | Descripción | Conceptos clave | A tener en cuenta |
Biológica | Los procesos biológicos que intervienen en la sexualidad incluyen características genéticas, hormonales, anatómicas y fisiológicas que diferencian a los hombres de las mujeres. | Las características biológicas establecidas desde la fecundación constituyen lo que denominamos "sexo". Contrario a lo que se piensa, no es algo que hacemos, sentimos o pensamos, sino lo que somos biológicamente. | Desde antes del nacimiento, nuestra naturaleza es sexuada. |
Psicológica | La sexualidad se construye, mantiene y transforma a través de un proceso personal, en el cual la persona reflexiona sobre su identidad como hombre o mujer y decide cómo quiere vivir y expresar esa identidad. | Comportamientos: manifestaciones observables de la persona. Motivaciones: factores que impulsan la acción.Cogniciones: creencias, conocimientos y valores sobre la identidad de género.Emociones: procesos psicológicos que nos ayudan a regular el comportamiento y la autopercepción. | Es un proceso dinámico que se desarrolla a lo largo de toda la vida, influenciado por la autoevaluación y reflexión personal. |
Sociocultural | Involucra las normas sociales y culturales que definen los roles, comportamientos y relaciones apropiadas para cada sexo, estableciendo estándares de masculinidad y feminidad. | Género: Es una construcción social que varía según la cultura y el tiempo. Incluye normas, roles y comportamientos asignados a hombres y mujeres. | Las personas buscan alinearse con estos estándares para mantener una autoimagen positiva y preservar sus relaciones sociales. La falta de interés en ello puede indicar malestar psicológico. |
En ese sentido, la sexualidad:
(…) integra el reconocimiento y la valoración que hace la persona de a) los aspectos biológicos que la caracterizan como mujer u hombre (identidad con el sexo); b) el grado de conformidad con los atributos y los comportamientos que la sociedad en la que vive establece como deseables y apropiados para su sexo (identidad con el género); c) el sexo de las personas por las cuales experimenta interés y atracción física, emocional o sexual (identidad con la orientación sexual). (Trujillo, 2007, p. 23)
La sexualidad, entendida como un aspecto fundamental de la identidad humana está moldeada por normas sociales, relaciones interpersonales y contextos culturales. A su vez, la convivencia se fundamenta en relaciones basadas en el respeto, la equidad y el reconocimiento de la diversidad. De esta intersección se desprende una conclusión importante: la manera en que comprendemos y vivimos nuestra sexualidad tiene un impacto directo en nuestra capacidad para convivir de manera armoniosa. Una visión restringida de la sexualidad, limitada a lo genital o condicionada por estereotipos de género, puede generar dinámicas de poder desiguales y conflictos. Por el contrario, una perspectiva amplia e inclusiva de la sexualidad, que valore la diversidad y fomente el respeto, puede contribuir significativamente a una convivencia más justa y equitativa.
En los próximos blogs, profundizaremos en esta relación, explorando cómo integrar una visión más amplia y sana de la sexualidad en nuestras dinámicas cotidianas de convivencia.
BIBLIOGRAFÍA
Foucault, M. (2001). Historia de la sexualidad (Vol. 3). Siglo xxi.
Trujillo, E. V. (2007). ¿Sexualidad? mucho más que sexo. Universidad de los Andes.
La Fonda Filosófica. La historia de la Sexualidad, pt 1/3. Darin McNabb. 22 diciembre de 2013. Tomado de: https://www.youtube.com/watch?v=kDovxD3TSMA&ab_channel=DarinMcNabb
La Fonda Filosófica. La historia de la Sexualidad, pt 2/3. Darin McNabb. 22 diciembre de 2013. Tomado de: https://www.youtube.com/watch?v=4CiW1u_hsxE&ab_channel=DarinMcNabb
La Fonda Filosófica. La historia de la Sexualidad, pt 3/3. Darin McNabb. 22 diciembre de 2013. Tomado de: https://www.youtube.com/watch?v=PtmU3_Gz1Rg&ab_channel=DarinMcNabb
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