Experiencia pedagógicas para convivir en la escuela
Aun cuando, desde su concepción, cada ser humano tiene un ADN diferente y, por tanto, es distinto de todos los demás, es difícil para la mayoría de ellos soportar la diferencia. Este es un punto neurálgico en la convivencia en general, y en la convivencia escolar en particular. Del comportamiento de un sujeto se espera que cumpla ciertas expectativas; de no hacerlo, el sujeto es castigado de distintas maneras: la burla, la violencia y la exclusión son las más usuales. Por esta razón, es un verdadero reto para los docentes el enfrentar los problemas que implica para la convivencia la natural diferencia entre los estudiantes ¿Cómo enfrentarlos? Tres experiencias pedagógicas recientes pueden dar luces sobre el asunto.
La primera de estas experiencias es la llevada a cabo en el Colegio Cafam Bellavista de Bogotá, que fue reseñada en el número 15 de la Revista Convivencia: una maestra de ese colegio, al ver que un niño “diferente” era rechazado por sus compañeros, les pidió a estos que lo dibujaran y que luego escribieran algo amable sobre él, a lo que dijeron “no vemos nada bueno en él”. Fue la maestra quien tuvo que decir algo amable: el niño inventaba juegos, el niño bailaba. Al oír esto, los niños cayeron en cuenta de otras cosas buenas del niño “diferente”. Para asegurarse de hacer la tarea completa, la maestra hizo lo mismo en las clases siguientes con los demás estudiantes: todos fueron dibujados por sus compañeros, de todos hubo de decirse algo bueno. “Con el paso del tiempo los niños aprendieron que todos son diferentes, que tienen virtudes, habilidades, destrezas y también rabia, dolor, tristeza” (Fundación Convivencia, 2017, p. 33).
Sobre la segunda de estas experiencias ya se ha escrito en este blog: “Ires y venires: formas alternativas de vivir y sentir la escuela”, dirigida por el profesor James Frank Becerra, y adelantada en el colegio Simón Rodríguez de Bogotá: en este caso, el docente se sirvió del trabajo en grupo para resaltar lo positivo de la diferencia “ En equipo, hemos encontrado que se reconocen las habilidades de los otros compañeros. ‘Ah usted es el que mejor dibuja’, ‘usted sabe esto’, se van reconociendo las cualidades de los demás” (Becerra, 2015, párr.4)
Por último, la premiada experiencia pedagógica “Acción, diversión, reto y aprendizaje: la travesía de una aventura”, liderada por René Cubillos, se valió también del trabajo en grupo — en este caso, durante actividades físicas hechas en la clase de educación física—para que los estudiantes reconocieran la diferencia como un valor “La tolerancia que se necesita para el trabajo en equipo —concluyó Cubillos— ha contribuido de alguna manera al mejoramiento de la convivencia entre la comunidad estudiantil”(Cubillos, 2016, p. 8)
El camino señalado por estas experiencias es claro: los problemas en la convivencia que tienen origen en la diferencia que existe entre los estudiantes pueden abordarse mediante actividades que permitan ver a estos que la diferencia es algo positivo, un valor, que es sinónimo de capacidades y talentos diversos. El trabajo en grupo es importante en este aspecto: la necesidad de superar dificultades, de superar problemas, de distribuir el trabajo, hacen que los miembros de un grupo aprecien las características particulares de sus compañeros en vista del cumplimiento de un objetivo. La experiencia en el Colegio Cafam Bellavista nos brinda otra enseñanza clave: las actividades que susciten en los estudiantes la reflexión acerca de la diferencia, acerca de lo común que es a todos, redunda en beneficio de la convivencia.
Referencias
Becerra, J. F. (3 de marzo de 2015). "Ires y venires” Entrevista al profesor James Frank Becerra. (M. González, Entrevistador)
Cubillos, R. (2016). Acción, diversión, reto y aprendizaje: la travesía de una aventura. Bogotá: Compartir.
Fundación Convivencia. (2017). Educación inclusiva, una forma de aprender y convivir. Revista de educación Fundación Convivencia, No 15. Pág 32-35.