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¿Cuál es el papel de la ética en la convivencia digital?

Metatítulo: la ética en la convivencia digital

Metadescripción: el rol de la ética en la convivencia digital. Propuestas y alternativas para una interacción más sana y respetuosa.

El anonimato y la reducción de las restricciones en el comportamiento son características comunes en las interacciones digitales, lo que representa un riesgo significativo. Esto puede llevar a una menor consideración por el bienestar de los demás, a acciones irracionales y a una renuncia a la responsabilidad que implican nuestras acciones y decisiones.


De acuerdo con López & Sánchez (2019) las actitudes presentes en estos modos de interacción determinan el concepto de convivencia digital. Es un error suponer que las actitudes en las redes sociales causan menos daño en el otro. Por el contrario, las modalidades de acceso del agresor a la victima son diversas y no se restringen al ámbito digital; se extrapolan al ámbito directo o escolar, produciendo en ocasiones un daño mayor que el que se da en un modelo tradicional.


En el contexto de las redes sociales, la falta de regulación o restricciones sistemáticas en la difusión de información resalta la urgencia de nuevas normativas que fomenten una convivencia digital sana y respetuosa En este escenario, la ética digital emerge como una propuesta fundamental para enfrentar los desafíos contemporáneos. Esta propuesta no solo aborda las problemáticas actuales, sino que también tiene como objetivo guiar a las generaciones en la construcción y el mantenimiento de relaciones interpersonales sanas a través de la mediación tecnológica, “una ética digital se convierte en una opción para la construcción de principios, valores, deberes y derechos que guíen la acción del ser humano en el mundo digital, entendido como la vivencia cotidiana del sujeto en el espacio y en los tiempos del internet. (Burgos & Baquerizo, 2022, p. 42)


Esta ética digital busca formar a las personas para identificar, comprender y establecer referentes éticos en su comportamiento, vida cotidiana y relaciones en la era digital. Es esencial reconocer y fomentar valores fundamentales que favorezcan tanto el crecimiento personal como el colectivo. Además, se enfrentan desafíos significativos como cultivar la conciencia ética en estos contextos y fomentar un uso responsable y consciente de la tecnología, las redes sociales y el internet.


De igual modo, incentiva una reflexión crítica sobre cómo las redes sociales pueden manipular a las personas. Por ejemplo, según Martínez (citado en Burgos & Baquerizo, 2022) debería desafiar a la generación obsesionada con los "me gusta" o "likes" a ser menos dependientes de los algoritmos de las redes sociales y más autónoma en su toma de decisiones.

No obstante, su construcción representa distintos desafíos en el escenario actual: gestión de una información veraz, construcción de una ciudadanía digital, superación del maniqueísmo tecnológico, la búsqueda de conectividad para todos a través del acceso al internet como un derecho, la prevención de riesgos y vulnerabilidades en el ciberespacio, identificación y promoción de valores a través de los medios digitales y las redes sociales.


Otras perspectivas defienden la ética digital como una ética aplicada que atiende a las vulneraciones a la identidad y privacidad de las personas en las redes sociales. Desde esta óptica los principales responsables son los adultos, quienes “son los llamados a ser los primeros alfabetizadores digitales y orientadores éticos de sus hijos cuando utilizan el internet y las redes sociales a través del valor de la privacidad de los usuarios. (Burgos & Baquerizo, 2022, p. 47). Este enfoque subraya la importancia de que los adultos no solo se familiaricen con las dinámicas del mundo digital, sino que también adquieran una comprensión profunda de cómo los niños, niñas y jóvenes interactúan con estas tecnologías.


Por último, se destaca otra perspectiva desarrollada por la UNESCO que enfatiza en la identificación de los derechos y deberes. Desde la responsabilidad comprendida como valor ético, se señalan algunos deberes: el deber de conexión, el deber de transparencia, el deber de ecuanimidad, el deber de participación y el deber de protección. El deber de participación y el deber de protección, aunque distintos, se complementan en el contexto digital. El primero enfatiza la importancia de fomentar una ciudadanía digital activa y responsable, donde los usuarios promueven una convivencia pacífica y un comportamiento ético en espacios digitales.


Por otro lado, el deber de protección se centra en salvaguardar la salud digital, la higiene de la conectividad y la seguridad informática. Este deber aboga por un compromiso colectivo hacia la autenticidad digital, protegiendo a los usuarios de riesgos como la desinformación, la invasión de privacidad y otros peligros en línea. Mientras que el deber de participación impulsa a los usuarios a contribuir positivamente en el espacio digital, el deber de protección busca asegurar que este espacio sea seguro y confiable para todos.



Transformaciones generacionales en el ámbito digital


En la era de espacios y tiempos digitales, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) están redefiniendo nuestras preferencias, tendencias y modos de existencia. La generación Nintendo, que surgió en 1985, estaba centrada en los videojuegos. Posteriormente, apareció la generación "arroba", caracterizada por su comunicación a través del correo electrónico. Para el año 2004, se comienza a reconocer a la generación “M”, nacida en la era de las computadoras, el internet y los videojuegos avanzados. “Son adolescentes y jóvenes que nacieron con el mouse o “ratón” en la mano y una pantalla de computadora, tablet o teléfono inteligente como ventana al mundo; su manera de comunicarse, de interactuar y de consumir medios es “multitasking” o multitarea. Esta generación “M” puede hacer muchas cosas al mismo tiempo, y las pueden hacer bien." (Rideout, Roberts, & Foehr, citados en Balladares, 2017, pp. 547-548).


Por otro lado, la generación YouTube, también conocida como generación C, surgió en 2006 con la plataforma YouTube. Sus características principales de acuerdo con De Moral (citado en Balladares, 2017) incluyen el aburrimiento hacia los programas de televisión convencionales, el deseo de compartir experiencias a través de blogs y redes sociales, una falta de reconocimiento de la propiedad cultural (indicativo de una cultura de copiar y pegar o descargar), el uso social del ordenador para conversar, chatear o colaborar y una dependencia de Google para la búsqueda de información, desconociendo métodos tradicionales como las páginas amarillas o índices de libros.


A este panorama se suma una descripción de las generaciones más recientes, a quienes se les identifica como knowmads o nómadas del conocimiento. Estos individuos se caracterizan por su capacidad para “trabajar en cualquier tiempo y lugar, con cualquier persona, enfrentando cualquier desafío y utilizando todo tipo de tecnología fija y móvil para conseguir soluciones inmediatas y respuestas instantáneas.” (Balladares, 2017, p. 551). Esta descripción, que refleja una adaptabilidad y versatilidad en el uso de la tecnología y la información, representa un cambio significativo en la forma en que las generaciones interactúan con su entorno y abordan los desafíos del mundo contemporáneo.


La aparición de la Inteligencia Artificial está forjando nuevas formas de pensar y ser. A pesar de que estos cambios ocurren a un ritmo acelerado, no podemos eludir la responsabilidad de entender las nuevas subjetividades que se están formando en el actual contexto digital. Es crucial en el ámbito educativo comprender la interacción compleja y dinámica entre la tecnología y el ser humano. Interrogantes fundamentales como: ¿Cuáles son las tecnologías emergentes y cómo operan?, ¿Cómo se relacionan las nuevas generaciones con estas nuevas tecnologías?, ¿De qué manera estas nuevas tecnologías impactan el desarrollo cognitivo y emocional en diferentes generaciones? y ¿Cómo estas tecnologías están modelando los valores y la ética en las nuevas generaciones?


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS


  • Balladares, J. (2017). Una ética digital para las nuevas generaciones digitales. revistapuce.

  • Burgos, J. B., & Baquerizo, C. J. (2022). Valores para una ética digital a partir de las generaciones digitales y el uso de las redes sociales: una revisión de la literatura. 593 Digital Publisher CEIT, 7(1), 40-52.

  • López Berlanga, M. C., & Sánchez Romero, C. (2019). La interacción y convivencia digital de los estudiantes en las redes sociales. Revista de Educación Inclusiva.

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