El aprendizaje a lo largo de toda la vida deja de ser voluntario

El aprendizaje a lo largo de toda la vida ya no es una opción, se ha convertido en una necesidad imperativa en un mundo laboral en constante cambio. Con la desaparición de la idea del trabajo para toda la vida y la rápida evolución del mercado laboral, los trabajadores de todas las edades se enfrentan al desafío de renovar y ampliar sus competencias de manera continua para mantenerse relevantes. Según el Informe sobre el futuro del empleo 2023 del Foro Económico Mundial, se prevé que casi una cuarta parte de los empleos actuales cambiarán en los próximos años, con la creación de 69 millones de nuevos puestos de trabajo y la eliminación de hasta 83 millones.

En este contexto, el lifelong learning, o aprendizaje a lo largo de toda la vida, se vuelve fundamental. La idea es que los trabajadores se formen constantemente para adquirir las habilidades profesionales necesarias en cada momento. “Con una longevidad que se va acercando a los 100 años, la perspectiva es que la formación pueda abarcar un periodo total en nuestras vidas de seis décadas”, adelanta Silvia Sivera, directora del eLearning Innovation Center (eLinC) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

El panorama laboral demanda esta actualización constante de habilidades. Según previsiones del WEF, seis de cada 10 trabajadores necesitarán formarse antes de tres años, y en promedio, un profesional deberá actualizar el 44% de sus competencias laborales. Esta formación continua puede tomar diversas formas, desde programas de larga duración hasta cursos cortos y microcredenciales. En esta nueva dinámica, los estudiantes deben tomar un rol activo en su aprendizaje, tomando conciencia de cómo pueden evolucionar sus habilidades con el tiempo y qué competencias necesitan desarrollar.

Tanto en el ámbito universitario como en la Formación Profesional, se observa un aumento en la demanda de formación continua. Las universidades están adaptando sus programas para atender a un perfil de estudiantes más adultos, mientras que la FP se presenta como una opción práctica y accesible para personas de todas las edades que buscan mantenerse competitivas en el mercado laboral. En este contexto, la movilidad educativa se vuelve crucial, con opciones flexibles que permiten a los estudiantes adaptar su formación a sus necesidades familiares y laborales. Con el impulso de la formación profesional como parte de los planes de recuperación económica, se espera que la inversión en el desarrollo de habilidades contribuya a la modernización y resiliencia de la economía española.