Cuando abrimos los ojos todas las mañanas, nos encontramos cara a cara con un mundo que pasamos la vida aprendiendo a ver. El mundo no nos es dado: construimos nuestro mundo a través de la experiencia, memoria y reconocimiento incesantes” (Antunes, C. 2012: 153).
Desde muchos caminos, quizá, siempre, tanto en la teoría como en la práctica, surgen ideas, técnicas, metodologías para llevar a cabo el proceso de formación integral en la escuela, entendida como “aquella que permite crecer desde dentro en y para la libertad de la persona. Comprende el desarrollo de la dimensión intelectual, de la conciencia moral, del sentido estético y del pensamiento crítico”. (Orozco, 1999. p. 3). Podría decirse que, es evidente, que cada una de ellas, alcanza sus fines y propósitos y que, a su vez, no todos los métodos sirven para todos los alumnos. Así mismo, no se trata de competir entre cuál es el mejor sino cuál es el que funciona de acuerdo con cada estudiante y como la combinación de métodos, modelos, etc., puede ser clave para cumplir los objetivos propuestos.
En este sentido, la práctica educativa, encontrada en trabajos de investigación o documentación pedagógica registrada por los docentes, permite no solo re-significar la propia práctica y mostrar los beneficios que comporta la aplicación de cierta metodología, sino que, además, aporta elementos valiosos a otros docentes para su labor.
Lo anterior permite considerar la idea de comunidad y su relación con la práctica docente y el aprendizaje e inevitablemente referenciar la categoría de Comunidad de Práctica propuesta por Etienne Wenger (2001), (Ver reseña Wenger, Étienne. Comunidades de práctica. Aprendizaje, significado e identidad. Publicada por Paidós en el año 2001) considerando tres dimensiones de relación: compromiso mutuo, empresa conjunta y repertorio compartido.
Aspectos que hacen parte del trabajo colaborativo, propuesta, modelo, estrategia, definido por las investigadoras Sara Lata Deporto y María Monserrat Castro Rodríguez (Lata Deporto S..L. y Castro Rodríguez, M.M, 2016) como aquel en el que “(...) cooperar implica que el éxito se alcanza, si y sólo si todos los miembros del equipo aprenden los unos de los otros, cada cual hasta donde sus capacidades le permitan, avanzando juntos hacia una finalidad compartida”
El desarrollo de estos elementos se convirtió en una oportunidad para la profesora Luz Mireya Sarmiento Cruz, para reflexionar y redefinir su práctica en sus clases de Educación Física. Tomó como punto de partida las experiencias de docentes que destacan que la propuesta cooperativa permite un mayor rendimiento en las clases, genera mejores relaciones sociales, lleva a un mayor control de las actividades y hace posible el crecimiento de las habilidades comunicativas. (Fundación Convivencia, 2018)
El acercamiento a la propuesta cooperativa se convirtió en una oportunidad para Sarmiento, que inicio con la observación en los pasillos del colegio y una búsqueda incesante por aprender a superar las dificultades con el otro, y no contra el otro. De esa manera entró en relación con la convivencia.
Comenzó su recorrido con la metodología de involucrar a los estudiantes en sus propios procesos de construcción de conocimiento, planteó a los alumnos retos que implicaban habilidades físicas, cognitivas y emocionales, como mecanismo de enseñanza. Además, movilizó las experiencias y las expectativas de los alumnos, casi siempre acostumbrados a la competición, hacia a la cooperación. Así logró incentivar al grupo, antes que a las aptitudes individuales. En palabras textuales: les impuso cohesión para interpretar situaciones, reconocer posibles problemas, acordar soluciones o caminos para llegar y ubicarse de nuevo con una mirada crítica frente a cada situación. (Fundación, 2018) [1]
Similares hallazgos evidenció la docente María Cecilia Ceballos, quién realizó la tesis de maestría “Enseñanza de ciencias naturales y exactas” como una necesidad de diseñar y dejar a disposición una metodología para la enseñanza de las fracciones matemáticas. Su propósito fue consolidar una propuesta metodológica final para su enseñanza mediante prácticas pedagógicas fundamentadas en el Aprendizaje Cooperativo. En el proceso se hizo notorio que … Las dinámicas que surge en el aula durante el trabajo cooperativo, como los debates, discusiones, diálogos, explicaciones entre pares, confrontaciones entre los compañeros de equipo o entre los equipos; y con la formulación de preguntas elaboradas por la docente, permite que el estudiante comprenda mejor el concepto. (Fundación, 2018) [2]
Si bien el trabajo colaborativo/cooperativo permite un mayor aprendizaje y propicia la convivencia, un elemento que tal vez se deja a un lado es el desarrollo de la autonomía. Carlos Eduardo Martínez Doza en la tesis titulada “Convivencia Dialogante: una propuesta pedagógica de inclusión y permanencia para los niños, niñas y adolescentes desvinculados de los grupos armados al margen de la Ley”, da cuenta de cómo “Esta cooperación mediante el dialogo “favorece el desarrollo integral del estudiante y hace que el proceso pedagógico sea de mayor agrado… Todos usando su propia expresión verbal y artística, enriquecida por el intercambio con el otro, con el maestro, con sus compañeros, propiciando, de esta manera, la autonomía de cada uno, la reconquista de ella”. (Fundación, 2018)[3]
Las experiencias presentadas dan cuenta de las posibilidades y retos que plantea el uso del trabajo colaborativo en el aula, la labor comprometida de docentes y directivos docentes no sólo en la realización de los procesos sino también en el registro de su práctica para el bienestar propio y el de las comunidades y sociedades en las que participan.
Referencias:
Antunes, C. (2012). Jogos para a estimulação das múltiplas inteligências. Petrópolis, Brasil: Editora Vozes.
Fundación Convivencia. (2018) Revista de Educación Fundación Convivencia No 16. Recuperado el 1 de noviembre de 2022 https://www.fundacionconvivencia.org/es/comunicacion/revista-de-educacion-fundacion-convivencia-no-16-trabajo-colaborativo
Lata Deporto, S. L. y Castro Rodríguez, M.M. (2016) “El Aprendizaje Cooperativo, un camino hacia la inclusión educativa”. Revista Complutense de Educación, 27 (3), 1085-1101. Madrid, España
Orozco, L. (1999). La Formación Intégral: mito o realidad. Bogotá: Tercer Mundo Editores. Salle, U. d. (2008). Enfoque Formativo Lasallista. Bogotá: Ediciones Unisalle.
Pulido, O. (2016). Transformación en la convivencia Humberto Maturana R. Bogotá. Revista de Educación Fundación Convivencia No 12.
Wenger, E. (2001). Comunidades de práctica: aprendizaje, significado e identidad. Barcelona: Paidós.
Wenger, E.; McDermott, R. & Snyder, W. (2002). Cultivating Communities of Practice. Boston: Harvard Business School.
[1] Artículo Desafíos físicos cooperativos para Mejorar la convivencia escolar. Publicado en la Revista de Educación Fundación Convivencia No 16
[2] Artículo Las condiciones epistemológicas del aprendizaje cooperativo: un diálogo entre La educación y el constructivismo. Publicado en la Revista de Educación Fundación Convivencia No 16
[3] Artículo El regreso de los niños guerreros a la escuela. Publicado en la Revista de Educación Fundación Convivencia No 16
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