Un héroe se aventura desde el mundo cotidiano a una región de maravillas sobrenaturales, allí se encuentran fuerzas fabulosas y obtiene una victoria decisiva. El héroe regresa de esta misteriosa aventura con el poder de otorgar bendiciones a sus semejantes"
Joseph Campbell
¿Qué tan ciertas son las noticias divulgadas en redes? Esta pregunta es solo uno de los cuestionamientos que subyacen dentro de la serie que venimos realizando en torno a la relación ética, pensamiento crítico y redes sociales. En anteriores ocasiones hemos abordado las primeras categorías desde su concepto y su vínculo con las restantes, en esta ocasión tomaremos la tercera (redes sociales) e intentaremos vislumbrar algunos de los elementos que las enlazan.
Cuando hablamos de la verdad en el texto Vendedores de humo, tocamos aspectos como el relativismo “donde se acoge una u otra posición de acuerdo con lo que se necesita en el momento clave para hacer lo que se quiere sin la intrusión de los absolutos”, pero más allá de ello, o por lo mismo, quizá, nos encontramos ante un relativismo radical en las redes, en el que los usuarios opinan acerca de “Todo” sin ningún razonamiento reflexivo, sin argumentación en la que se presenten pruebas, evidencias que sean relevantes, suficientes y aceptables, más bien ante cualquier puesta en duda con cierta inmunidad se contesta “Anything Goes”, todo vale.
A esto se le suma, la ilusión de determinar lo que leemos, vemos y/o escuchamos en las redes, ya que son los algoritmos e intereses los que nos muestran lo que “deseamos ver”, nuestros hábitos, puntos de vista y tonos de conversación definen el tipo de contenido al que seremos expuestos con mayor frecuencia, lo que a la postre nos llevara a una cámara de eco, un bucle de contenidos que refuerzan nuestras ideas y nos alejan de aquellos que pueden pensar diferente, pero con los que coincidimos en esos absolutos, una ética pública cívica, en un mundo pluralista, en la que se compartan valores y normas para construir una vida juntos.
El flujo de información o desinformación que se comparte en las redes, desde aquello que nos es comunicado, pasa por diferentes usuarios que podríamos tipificar como nodos con diferentes criterios de evaluación, los que a su vez codifican la fuente original traduciéndola en nuevos tipos ramificados de lo compartido que es tomado por otros usuarios como alternativas para justificar o poner en duda sus creencias. Ante ello es claro que la veracidad de la información deja de ser valorada, para asentarnos en el alcance de la difusión, en la cantidad de like, en la viralidad.
De esta manera la línea entre la fantasía y la realidad es cada vez más difusa y el “juego de perspectivas” con quién lee o ve se ha normalizado en la comunicación en la Red. Las propias características de la Red, su accesibilidad y alcance de difusión, propician que cualquier persona pueda ser autor de un contenido falso bajo un formato que resulte novedoso y creíble.
El Informe de noticias digitales del Instituto Reuters, 2022, indica que es 2.5 veces más probable que las personas acudan a las redes sociales para buscar noticias a que recurran a periódicos y revistas impresas. En Colombia, Facebook (67%) y WhatsApp (45%) son las dos principales plataformas que los colombianos dicen utilizar para buscar, consumir y compartir noticias.
La confianza en la información publicada ha disminuido en casi la mitad de los países encuestados, basado en datos de seis continentes y 46 mercados, el consumo de medios tradicionales, como la televisión y la prensa, disminuyó aún más en el último año en casi todos los mercados (antes de la invasión de Ucrania), y el consumo social y en línea no cubrió la brecha. Si bien la mayoría sigue muy comprometida, otros se alejan de los medios de comunicación y, en algunos casos, se desconectan por completo de las noticias. El interés por la información noticiosa ha caído considerablemente en todos los mercados, del 63 % en 2017 al 51 % en 2022.
Bajo este panorama ¿Qué tan ciertas son las noticias divulgadas en redes? aun cuando, no todo es transparente en los medios tradicionales, la veracidad de las fuentes, las implicaciones legales, la ética profesional, entre otros aspectos, regulaba el contenido que se emitía.
Se debe desarrollar una serie de pautas como: pensar de forma crítica sobre la información recibida; diversificar las fuentes de información; contrastar los hechos de las opiniones. La alfabetización digital se presenta, con suma urgencia para ayudar a desentrañar y reflexionar sobre los códigos propios de Internet.
“El Héroe” de las Mil Caras, se sacrifica por algo…Ahí está la moralidad del asunto.
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