Desde el momento en que el otro me mira, yo soy responsable de él sin ni siquiera tener que tomar responsabilidades en relación con él; su responsabilidad me incumbe.
Es una responsabilidad que va más allá de lo que yo hago. (Emmanuel Lévinas, 2000, p80)
La Fundación Despegue por Impulso Propio. Fedespegue, hoy Fundación Convivencia, Centro de Investigación Educativa, realizó desde mediados de los años 80 diversas actividades en instituciones educativas de Bogotá. Estas actividades dirigidas a estudiantes se enmarcaron en la perspectiva de la evaluación del rendimiento de los educandos, en el diseño de la evaluación de los desempeños y en la hipótesis de la competencia entre grupos.
Una de las experiencias más significativa fue en el colegio oficial de Bogotá, Magdalena Ortega de Nariño; llevada a cabo entre 1986 y 1993, el objetivo de la misma fue fomentar personas más capaces, con metas más amplias y más productivas. Como resultado, se obtuvo un mayor interés de las estudiantes por su rendimiento académico y se forjó sentimientos de colaboración y ayuda mutua.
Otras instituciones con las que se trabajó fueron: Academia Militar Caldas, Colegio Nacional Nicolás Esguerra y Colegio El Libertador de Bosa.
En este momento, el trabajo colaborativo se presentó para los estudiantes, como la oportunidad de socialización y de motivación colectiva.
Tras la promulgación de la Ley de Convivencia 1620 de 2013 “que crea el Sistema Nacional de Convivencia Escolar y formación para el ejercicio de los Derechos Humanos, la Educación para la Sexualidad y la Prevención y Mitigación de la Violencia Escolar” la Fundación, realizó talleres de convivencia en instituciones educativas con el fin de mejorar la convivencia entre los estudiantes. Se logró la firma de pactos de paz y optimizar la comunicación. Como parte del proceso se llevaron a cabo Jornadas artísticas. El colegio Mi Refugio Campestre, ubicado en la localidad de Suba, fue una de las instituciones beneficiadas.
En la actualidad la Fundación realiza Me CREO propuesta pedagógica para el desarrollo de la convivencia en la comunidad educativa a partir de la implementación ética del trabajo colaborativo.
Mediante el recorrido por una CAJA DE HERRAMIENTAS los docentes encuentran una serie de materiales y talleres en los que se propician espacios de reflexión, conversación y colaboración, construyendo un entorno de responsabilidad ética donde se co-inspira[1] de manera participativa en un proyecto común.
De esta manera, renunciamos “a la pretensión de hacer del otro un obstáculo o un objeto que podemos dominar y, en el peor de los casos rechazar. A contra cara de la positividad[2], para nosotros el otro se muestra como una posibilidad de reconocernos como sujetos en relación, como sujetos instalados en una comunidad lingüística en la que se sedimentan narraciones, acciones conjuntas y formas vinculantes de comprensión que se sobreponen al empobrecimiento causado por el mundo de lo positivo”. (Delgado, 2014, p.11)
De igual forma, trabajamos para ponemos de acuerdo cuando el punto de vista de los otros es visto como una posibilidad de reconocer desde dónde está enunciándose y cuáles son sus intencionalidades, intencionalidades a las que debemos prestar atención.
Desde una postura en la que la ética tiene que ver con la responsabilidad y el respeto mutuo, conocer al otro, dejándolo aparecer sin prejuicios, supuesto y expectativas. Abandonando las certezas propias, no necesariamente para cambiarlas, sino para reflexionar sobre ellas, desde una postura en la que realmente me dejo afectar por el otro, porque me importa, me preocupa.
[…] En su lugar se sitúa el otro, que ya no es objeto para el sujeto, sino que este se halla en una relación de intercambio lingüístico y vivencial con el otro. Por eso, el entender no es un método, sino una forma de convivencia entre aquellos que se entienden. (Gadamer, 2002, p. 12)
Elementos como la reflexión, la escucha y la conversación se hacen presentes en esta propuesta pedagógica, Me Creo Docente, como “herramientas” que nos permiten abrir espacios para encontrarnos y colaborar desde la confianza porque nos respetamos y deseamos convivir.
Sin ética no puede darse ninguna acción educativa en sentido estricto, sino solamente adoctrinamiento o domesticación. La enseñanza como una acción educativa sólo la posibilita la responsabilidad con el otro, pues la educación es un modo de ser con los otros, una acción. Por lo tanto, la educación es esencialmente responsabilidad (Mélich, 1995, p. 150).
Referencias
DELGADO, Cesar. Estar en relación con los otros como suelo irreductible para constituir la vida en comunidad. Revista de Educación Fundación Convivencia, Número 6 Septiembre - Diciembre 2014 . Tema Convivencia y Trabajo colaborativo. Pág. 11.
Gadamer, H. G. (2002). “Prólogo”. En: Jean Grondin, Introducción a la hermenéutica filosófica. Barcelona: Herder.
HAN, Chul-Byung. (2012) La sociedad del cansancio. Barcelona, Herder: 2012
LÉVINAS. Ética e infinito. Madrid, A. Machado Libros, S.A., 2000. Pág.80
MÉLICH, J. C. (1995). La maldad del ser: la filosofía de la educación en Emmanuel Lévinas. Enrahonar: an international journal of theoretical and practical reason, (24), 145-154. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=78422
[1] La palabra co-inspirar fue creada por el biólogo chileno, Humberto Maturana. Con ésta palabra él nos invita a inspirarnos juntos, a imaginar y tejer mundos distintos, donde el otro sea reconocido como un legítimo otro y la convivencia se convierta en un espacio de respeto y amor.
[2] La dialéctica de la positividad se expresa en la violencia que se ejerce al interior de nuestra organización social sobre el sí mismo y el otro en la forma de lo idéntico, forma depurada de violencia que pretende sustituir la negatividad por lo igual (Han, 2013, p. 12). Con el fin de entender la dialéctica de la positividad y su forma de expresión, la violencia de lo idéntico, será necesario indicar que el autor Coreano pretende hacer evidente que con la dialéctica de la positividad se elimina no sólo la concepción de la negatividad impulsada por Hegel, también se cercenan formas de expresión de la negatividad más “positivas” en las que el otro aún se vislumbraba como otro, así fuera para evadirlo e ignorarlo y en el peor de los casos para eliminarlo.
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