Una persona no puede estar cómoda sin su propia aprobación
Mark Twain
La autoestima se define como la evaluación positiva de uno. La valoración que se hace del autoconcepto y la capacidad para enfrentar los desafíos y dificultades de la vida. Está, tiene un papel fundamental en la forma en que se interactúa con los demás. Lo ideal es estar satisfecho con lo que se hace, respetarse y valorarse como persona. Lo negativo es rechazarse, despreciarse o estar demasiado insatisfecho con lo que se ha logrado.
Siguiendo a William James, psicólogo del siglo 19, se podría dividir el auto concepto en cuatro elementos: corporal, social, personal, y material.
Lo corporal hace referencia a la idea que se tiene sobre el cuerpo, si se está contento o no con el mismo. Sobre la salud, la sexualidad, el gusto y la aceptación que se tiene de la apariencia.
Lo social describe lo que otros dicen de uno. Es decir, lo que se pieza que los otros conciben de uno. Los otros son los cercanos, o los que se deciden que son significativos y que tienen un valor especial. Qué dicen, qué piensan: padre, madre, vecinos, amigos, compañeros, pareja, profesores, etc.
Lo personal, que podría decirse que es lo más importante, engloba la idea que se tiene de la propia inteligencia, de cómo se piensa, se organizan las ideas, la imaginación y en general la personalidad. Allí está la realización en el estudio, en el trabajo, en el equipo que se participa. Si se considera que se hace de forma adecuada, correcta o algo regular. También el desempeño en las labores cotidianas: hacer compras, apoyar las tareas de los menores, realizar diligencias de impuestos, etc.
Y al final esta lo material. Lo que se tiene, lo que se posee. Se refiere al dinero, las tierras, el coche y demás propiedades y lujos.
Vale la pena apuntar que los elementos del auto concepto se mezclan y cada persona le da prioridad a uno u otra aspecto. También, considerar la estrecha relación que algunas personas tienen entre lo personal y lo material. Cuanto más contundente es lo personal, menos les suele importar lo material, y viceversa, cuanto más débil y frágil es lo personal más importancia le suelen dar a lo material.
Una autoestima sana, habla de un autoconcepto positivo, de un trato benevolente consigo mismo. Estar orgulloso, satisfecho, cuidarse, darse oportunidades, perdonarse, le da a la persona fortaleza. Al igual que quejarse de sí mismo, auto rechazarse, descuidarse, no estar a gusto con la mayor parte de lo que se es, describe una baja autoestima, lo que causa fragilidad.
El Bullying tiene una relación cercana con la autoestima. El amor propio media en la necesidad de enfrentar problemas relacionales.
Innumerables estudios concluyen que las personas expuestas a evaluaciones negativas llegan a interiorizar los abusos. El proceso de maltrato que comprende el bullying afecta directamente la autoestima y genera ansiedad social. Las víctimas de acoso sienten frecuentemente culpa, vergüenza, depresión, frustración y miedo.
Recordemos que el bullying es violencia constante: psicológica, sexual, relacional/social, verbal y/o física. Allí se incluye el acoso que se realiza a través de medios digitales, que suscita mayor preocupación porque es omnipresente, todos los días, las 24 horas.
El tema no afecta sólo un período de la vida. Los estudios de las consecuencias del bullying y de los posibles factores que incrementan sus efectos, muestran que las consecuencias pueden ser devastadoras. Exponen que las víctimas, más cuando son menores de edad, a menudo experimentan problemas emocionales y de salud mental a largo plazo.
“cada vez hay más evidencias que sugieren que las víctimas de bullying durante la infancia pueden sufrir un deterioro importante en su bienestar tanto a corto como a largo plazo, y que tales consecuencias se extienden hasta una edad superior a los 20 años (Copeland et al., 2013).
Ser víctima de acoso afecta el rendimiento académico, aumenta el riesgo de padecer alteraciones funcionales como insomnio, dolor de cabeza, depresión, autolesiones, psicosis, trastornos de la conducta alimentaria y trastorno por estrés postraumático. Las publicaciones señalan que la victimización tiene graves consecuencias tanto en lo físico como en lo mental, llegando incluso a llevar a la persona a la muerte.
“…más de la mitad de las cibervíctimas tienen ideaciones suicidas y que casi un 20% ha realizado tentativas de suicidio (Nagamitsu et al.,2020).
Pero la mayoría de esos mismos estudios no señalan solo el después. También hacen referencia al compromiso que tiene la autoestima antes del acoso. La baja autoestima llega a ser parte importante del origen, un elemento latente de los problemas emocionales observados en las personas que sufren acoso.
“se concluye que la alta autoestima es uno de los factores individuales que se relaciona con un menor riesgo de sufrir acoso. En la misma línea, diversos estudios han mostrado que la baja autoestima se vincula a un mayor riesgo de padecerlo (Estévez et al.,2009;)”.
La autoestima actúa como un escudo protector ante el Bullying. Es un factor determinante en el desarrollo emocional y social. Las personas con una buena autoestima suelen tener habilidades sociales más desarrolladas, lo que les ayuda a establecer relaciones sólidas y crear vínculos más saludables con sus compañeros. Tienen una mayor resiliencia ante el acoso escolar, se sienten seguras de sí mismas y confían en su poder para enfrentar y resolver situaciones difíciles.
Las personas que se sienten bien consigo mismas están menos dispuestas a tolerar situaciones de maltrato o humillación, buscan cómo establecer límites y defenderse de manera asertiva, esto los hace menos atractivos para los acosadores.
De acuerdo con Harter(1999), el nivel de autoestima de niños y niñas y adolescentes se ve afectado principalmente por dos factores: por un lado, percibirse uno mismo como competente en áreas importantes, y, por otro lado, tener apoyo social. Por ello, las personas con baja autoestima que se sienten incompetentes o inferiores al resto de las personas y que, además, siendo víctimas de acoso no perciben apoyo social, tienen mayores dificultades para hacer frente a los estímulos y, por lo tanto, sienten mayor miedo a futuros acontecimientos, lo que puede generar ansiedad (Sowislo y Orth, 2013).
Es importante destacar, que el acoso varía en función de diversos factores, como la edad, el género, la personalidad, el entorno social y que afecta especialmente a niños y adolescentes en el ámbito escolar.
Aunque cualquier persona puede ser víctima de bullying, existen ciertos perfiles que son más propensos a sufrir este tipo de maltrato. Algunos de los rasgos más generalizados son:
Baja autoestima. La falta de confianza en sí mismos y la percepción negativa de si, los convierte en blancos fáciles para los acosadores. Aquí también se pueden incluir a las personas tímidas o introvertidas, que se relacionan menos o tienen dificultades para hacerlo, porque proyectan baja confianza en sí mismas.
Con diferencias físicas o apariencia atípica: Tener alguna distinción por peso, altura, color de piel o alguna condición de discapacidad, puede generar riesgo, porque a menudo los acosadores se enfocan en estas diferencias para humillar a sus víctimas y tratar de excluirla. Entre estas diferencias suele estar la identidad de género LGBTIQ+ por falta de comprensión sobre el tema.
Con bajo estatus social: Ya sea debido a su origen étnico, condición socioeconómica o cualquier otro factor. Los acosadores se aprovechan de su posición de poder para intimidar y maltratar.
Estos son perfiles generalizados, que no aplican necesariamente a todas las víctimas de bullying.
Lo que aplica, es fomentar la autoestima como mecanismo de prevención. Sentirse confiado en lo que se es, acerca a los otros, genera una sana socialización. De igual forma la persona segura se aleja del círculo vicioso de la autocrítica, de pensar constantemente en los aspectos negativos de sí, lo que puede llevar a desarrollar síntomas depresivos.
“se ha comprobado que las personas con baja autoestima tienden a buscar una retroalimentación negativa que refuerce su autoconcepto negativo. Ello puede llevarlos a sufrir rechazo y a perder apoyo social, lo que incrementa el riesgo de padecer depresión (Giesleret al., 1996).
Cuando los individuos se sienten seguros y confiados en sí mismos, es menos probable que se conviertan en blanco de maltrato. Es fundamental promover intervenciones destinadas a reducir los sentimientos de inferioridad y la apatía. Suscitar entornos seguros, inclusivos y respetuosos para todos, lo que implica educar sobre la importancia del respeto mutuo, promover la empatía, la tolerancia y fortalecer la autoestima.
La construcción de una buena autoestima no es tarea fácil. Debe ser fomentada desde temprana edad tanto en el hogar como en la escuela. Padres y educadores deben estar comprometidos en el proceso, enseñando a los menores a comunicarse de manera asertiva, a establecer límites en sus relaciones interpersonales, a manejar el estrés y a reforzar su autoconfianza.
Es básico brindarles a los niños apoyo emocional, escuchar sus experiencias y sentimientos haciéndolos sentir que no están solos. Impulsar el desarrollo de sus habilidades sociales y emocionales como herramientas para que puedan protegerse y defenderse. Esa es la mayor prevención e intervención para frenar el Bullying.
Ten fe en lo que existe allí adentro
André Gide
BIBLIOGRAFÍA
Nekane, B., Jone, A., Olatz, G., Arantxa, G. (2023). Asociación entre victimización por bullying, ansiedad y depresión en la infancia y la adolescencia, el efecto mediador de la autoestima. Revista de psicodidáctica, págs. 26-34. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=8871953
Copeland, W. E., Wolke, D., Angold, A., y Costello, E. J. (2013). Resultados psiquiátricos en adultos del acoso y del acoso por parte de pares en la niñez y la adolescencia. JAMAPsychiatry, 70(4), 419–426. https://doi.org/10.1001/jamapsychiatry.2013.504
Nagamitsu, S., Mimaki, M., Koyanagi, K., Tokita, N., Kobayashi, Y., Hattori, R., Ishii, R.,Matsuoka, M., Yamashita, Y., Yamagata, Z., Igarashi, T., y Croarkin, P. E. (2020). Prevalencia y factores asociados de tendencias suicidas en adolescentes japoneses: resultados de una encuesta poblacional. BMC Pediatrics, 20(1), 467–475. https://doi.org/10.1186/s12887-020-02362-9
Estévez, E., Murgui, S., y Musitu, G. (2009). Ajuste psicológico en agresores y víctimas de violencia escolar. European Journal of Psychology of Education, 24(4),473–483. https://doi.org/10.1007/BF03178762
Sowislo, J. F., y Orth, U. (2013). ¿La baja autoestima predice la depresión y la ansiedad? Un metanálisis de estudios longitudinales. Psychological Bulletin, 139(1), 213–240. https://doi.org/10.1037/a0028931
Giesler, R. B., Josephs, R. A., y Swann, W. B., Jr. (1996). Autoverificación en la depresión clínica: el deseo de evaluación negativa. Journal of Abnormal Psychology,105(3), 358. https://doi.org/10.1037/0021-843X.105.3.358
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